Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



domingo, 30 de julio de 2017

ESTOCOLMO : Encanto y elegancia que te atrapa



Viajar es cultura; conocer costumbres y tradiciones, así como el comportamiento general de otras sociedades, nos permite mejorar nuestra educación y punto de vista sobre los demás. Con amigos, en familia, solos o en pareja, siempre es positivo conocer mundo.


Pero, lógicamente, no todos los lugares aportan lo mismo; e incluso, el momento del viaje y la compañía hacen que la perspectiva final sobre un mismo sitio pueda variar.


Pues bien, esta vez quiero hablaros de mi reciente viaje a Estocolmo, realmente sensacional en todos los sentidos. Después de 4 días (3 noches) por la capital sueca, volví con la convicción de que pasaba a engrosar uno de  los 3 primeros puestos en mi lista de preferencias sobre ciudades europeas visitadas (empiezo a perder la cuenta, incluso sin contar con las españolas).


A escasos instantes de aterrizar en Arlanda (a unos 45 km. de Estocolmo), no podía separar la vista de lo que tras la ventana del avión divisaba : un verde intenso y agua, mucha agua, en forma de ríos y lagos. Esto ya comenzaba a pintar bien.


Tras un agradable traslado en taxi (eramos 6, y fue la mejor opción al localizar uno habilitado para todos), ese viernes de primeros de Junio por la tarde llegábamos a nuestro hotel: Crystal Plaza. Absoluto acierto este 3*, muy bien ubicado, cómodo y amplio, bien equipado y con un completo desayuno para salir con fuerzas por las mañanas, ya que cada día esperaban más de 20 km. de caminata.


Alguien comentó esa tarde (en torno a las 8) que iba a ser difícil encontrar dónde nos dieran de cenar y que poca gente se veía por la calle (el hotel se encuentra en una zona muy tranquila). Pues nada más desviado de la realidad. Tras unos 10 minutos de paseo, nuestra sorpresa fue mayúscula al llegar a Kungsträdgarden, bulliciosos jardines punto de encuentro de oriundos y turistas, y encontrarnos con un imponente evento gastronómico, al estilo food trucks, acompañado de música en directo. Lo cierto es que íbamos hacia Gamla Stan, al otro lado del puente, pero no pasamos de allí. Degustamos productos locales, buenas cervezas y disfrutamos del buen ambiente que allí te envolvía.



Ya al día siguiente, comenzaban las rutas de verdad. Arrancamos con un fenomenal paseo en barco (actividad casi obligada) de aproximadamente una hora, que nos permitió hacernos una idea de lo que "se nos venía encima". Dedicamos el resto de la mañana y primeras horas de la tarde al casco viejo : GAMLA STAN; allí te transportas por momentos a otra época, en esas calles llenas de encanto, con su empredrado impoluto, edificios de cuento e imponentes palacios.







Rodeamos Kungliga Slottet (el Palacio Real) y pudimos observar el cambio de guardia, pleno de elegancia y ritmo militar. Casi a la vuelta, en la típica Plaza de Stortorget, pudimos sentarnos en una agradable terraza, la de Ebenist, y allí disfrutar de una cerveza, que si no barata, mereció la pena. Paseo calle arriba, calle abajo, tiendas de antigüedades (algunas, diría que particulares "trastos"), pequeños parques, y así hasta acercarnos a Sten Sture, una curiosa y recomendable taberna medieval, donde comer rico y a buen precio.











Tras el buen almuerzo, más paseo por el casco viejo para bajar la comida, e incluso alguna sencilla compra (nunca puede faltar algún imán de lo visitado). De isla en isla, agua por todos los lados, caminar por Estocolmo es delicioso; incluso por los tejados, una curiosa actividad, que encanta a los jóvenes. Y de allí hacia otra de las zonas habitualmente recomendadas : Södermalm, tercer barrio más de moda del mundo, según la revista Vogue. Un rato para aplaudir a los esforzados corredores de la maratón, con la que casualmente coincidimos.




Singulares cementerios, curiosas tiendas y muchos bares, entre los que localizamos Krukan, y allí, sí escuchad, cervezas a muy buen precio, a nivel de España. Callejeando llegamos hasta el mirador de Monteliusvägen, donde disfrutamos de unas magníficas vistas y pudimos esmerarnos con nuestros móviles y cámaras. Y de allí un rato por el SoFo, con ambientados bares temáticos y siempre ambientados con música; allí realizamos otra tranquila parada en Pet Sounds Bar (PSB), donde por las noches se puede disfrutar de buena música rockera en directo.




Habíamos reservado para cenar típica comida local en Gamla Stan, en el clásico y acogedor Kryp In, pero antes paramos de camino en el mirador de Katarina, donde se ubica el Eriks Gondolen, un restaurante con distintos ambientes, que reúne a buena cantidad de público. La cena, sensacional, degustando un buen plato de reno, una magnífica sopa de marisco y una completa ensalada; el precio, diría que razonable para el tipo de restaurante, de buen servicio y producto. El día había sido intenso, así que seguimos con nuestra caminata, muy relajada, hasta el hotel, no sin dejar de avistar los animados locales nocturnos donde los jóvenes suecos disfrutaban de combinados, vinos o cervezas.




A la siguiente mañana ya teníamos claro hacia donde dirigirnos. Paseando por la parte baja de Östermalm, junto al agua, lleno de barcos amarrados, pintorescas casas y restaurantes flotantes, aquella avenida rodeado de edificios señoriales, nos dejó la sensación de un opulento y exclusivo barrio. Pero íbamos encaminados hacia Djurgarden, cuyos parques nos habían dejado poso el día anterior cuando navegamos por aquella zona, y además teníamos especial interés en visitar el Museo Vasa, un indispensable que alberga ese barco de guerra que en 1628, por un error de diseño, se hundió a escasos metros de tierra, tras su botadura; sorprendente museo en el que se muestra la "torpeza" humana, y de ello se ha hecho una fabulosa exposición con los restos rescatados.









Nos apetecía pasear por las zonas verdes, para acabar en Skansen, la conocida como "Pequeña Suecia". Sin embargo, tremenda nuestra fortuna al toparnos con Villa Godthem en mitad del parque, y allí poder tomar el aperitivo......pero claro, cuando estás a gusto, una cerveza lleva a otra y.....Al final, llegamos a Skansen cuando casi cerraban, con lo que tuvimos que descartarlo (si eso, ya volveremos a Estocolmo). A cambio, nos trasladamos, desde el Gröna Lund Tivoli (bonito parque de atracciones), hasta el imponente cementerio de Skogskryrkogarden (todo paz, como no podía ser de otra manera), y después volver hacia el centro en Metro (Tunnelbana), absolutamente recomendable para visitar varias de sus particulares estaciones, casi museos, de particular decoración. Así nos acercamos hasta la zona del hotel, donde rematamos el día cenando junto al hotel.












Ya sólo nos quedaba un día para disfrutar de la capital sueca, pero teniendo como hora tope las 5 de la tarde, momento de regresar al hotel para recoger las maletas y dirigirnos al aeropuerto. Pero tiempo hubo para unos buenos momentos. Otra sesión de metro para desplazarnos hasta un barrio humilde de las afueras, y allí visitar Loppmarknaden, un conocido "Mercado de pulgas", muy al estilo británico.




Terminamos nuestro periplo en el elegante barrio de Östermalm, ya con el sol en todo lo alto (y eso que el tiempo nos respetó sin lluvia durante aquellos días, junto con una muy agradable temperatura para patear la ciudad). Zona de tiendas de mucho nivel y apetecibles terrazas, así que en una de ellas, la de Crème, probamos alguna nueva cerveza; por cierto, mencionar algo que me parecía sensacional, y es que al pedir tu consumición, automáticamente te ponían en la mesa, en todos los bares, una jarra o botella de agua (al igual que Roma o Madrid, es de gran nivel la que sale de sus grifos).


Como fin de fiesta, el animado mercado gourmet de Saluhall, aunque se encuentra en plenas reformas (se ubica en un edificio emblemático de 1885) y tienen habilitado justo al lado uno provisional. Productos de alta calidad, en un concepto algo diferente a los mercados españoles, donde comes en mesas altas lo adquirido en los distintos puestos, ya que en éste las zonas de degustación son de cada puesto y te sirven en mesa en la mayoría de ellos. Disfrutamos de buenos quesos, albóndigas suecas y otros platos típicos.


En definitiva, maravillosa ciudad, realmente preciosa, con muy buen ambiente, interesante gastronomía y una gran forma de vivir. Si puedo, volveré.