Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



sábado, 31 de agosto de 2019

MADEIRA, pura naturaleza, una isla verde llena de rincones por descubrir



A veces los mejores destinos son los que surgen casi por casualidad. Y lo cierto es que Madeira es una isla que siempre me había llamado la atención, pero sin embargo tomamos la decisión de visitarla (en familia) por descarte de otras alternativas, y realmente es de alegrarnos que la "fortuna" allí nos llevara. Está considerada entre las mejores islas como destino turístico, no sólo de Europa, sino a nivel mundial, con diversidad de actividades y unos fascinantes paisajes.


Lo primero que hay que tener claro es que se trata de una isla para visitar, para recorrer (muchas rutas de senderismo, para los aficionados a las caminatas), no de las de playas caribeñas kilométricas donde relajarse a ritmo de mojito. Y los motivos son dos, uno que no hay playas de arena fina y blanca (apenas un par de ellas, de formación artificial), siendo la mayoría de guijarros, en zonas de acantilados o pequeñas calas casi inaccesibles, y el otro que son tantos los rincones por conocer, que hay que intentar no perderse ninguno (y una semana se puede quedar corta, y os lo digo porque nosotros estuvimos 10 días). En cuanto a las playas, y si se dispone de tiempo, existe una alternativa de playas paradisíacas en la vecina isla de Porto Santo, con vuelos y ferrys diarios.




Una segunda cuestión es que se trata de una isla de una orografía complicada, con muchas curvas y cuestas, y que requerirá del alquiler de un vehículo de un mínimo de potencia y fiabilidad. Para el desplazamiento por la isla, han resuelto buena parte de lo que antes hacía que los trayectos se hicieran muy largos, por medio de eficientes tuneles, que atraviesan buen número de montañas, algunos de más de 3 km. de longitud. Mención especial se ha de realizar a los autobuses de línea, no precisamente lo más modernos.


Ultima cuestión antes de entrar en materia es el aeropuerto, considerado de los más peligrosos del mundo, pero que a día de hoy, con las obras de ampliación que se realizaron, queda en menos, y básicamente en manos de que el día no sea complicado en lo metereológico y la pericia del piloto (siempre expertos). He de decir que nosotros no tuvimos ningún tipo de problema, y eso que íbamos avisados.

La isla, para conocerla, podríamos dividirla en varias zonas : La Sur, quizá la más turística, la Noroeste, el Centro (realmente escarpado y con rutas llenas de vegetación) y la Noreste. Vayamos una a una, para que os hagais una idea.


Zona Sur : En la misma englobaríamos a la capital, Funchal, sobre la que después entraré en mayor detalle, situada en el extremo Este del Sur, y cercana a poblaciones como Caniço de Baixo y Garajau (donde encontraremos la versión reducida del Cristo Redentor de Río de Janeiro), con cuevas submarinas y arrecifes, o Camacha en el interior (pueblo referencia en el uso del mimbre). Justo un poco más al Este, el aeropuerto en Santa Cruz.


Desde Funchal hacia el Oeste, lo primero que podremos localizar es el pueblecito pesquero de Cámara de Lobos, realmente característico (interesantes sus murales realizados con etiquetas de refresco) y zona de buena poncha (que más adelante contaré en lo gastronómico). No lejos, podremos llegar a Cabo Girào, donde pondreis en juego vuestra capacidad y aguante frente al vértigo con su suelo acristalado sobre un acantilado de 580 metros de altura.





Desde allí, y antes de dirigirnos hacia Ribeira Brava o Calheta (de las pocas zonas con playa de arena fina y blanca), os recomiendo dedicar parte de un día a visitar y comer en una "isla" dentro de la isla : Fajà dos Padres. Se trata de un lugar realmente curioso, al que sólo se puede acceder por telesférico (antes ascensor con más riesgo) o por mar, con un inmenso huerto, para uso de su propio restaurante, unas pocas casitas (donde poder alojarse) y zona de baño (playa de guijarros y muelle con hamacas y sombrillas). Cierra a las 6 de la tarde, con lo que es actividad de mañana y comida, con limitada sobremesa.



Zona Noroeste : Desde Funchal se puede llegar cruzando el Centro de la isla (lo más rápido), entre montañas y fascinantes paisajes, y la ayuda de algún tunel, o bordeando la isla junto al mar, por un camino que te podrá envolver entre intensa niebla, en cualquier época del año, a la vez que momentos fascinantes de bosque y cáscadas, por las carreteras de la zona Norte.


En la zona de Porto Moniz encontrareis unas famosas y bien preparadas piscinas naturales en la roca de origen volcánico, una de ellas (la principal y más visitada) de pago (creo recordar que 3 € el día). No lejos de allí se encuentra Seixal, con escarpadas montañas a la espalda de sus playas (guijarros y arena negra), pudiendo divisar infinidad de cascadas, y donde encontrar una curiosa playita, conocida como Jamaica (no por su fina arena, sino por llegar por una carretera flanqueada de palmeras), apartada de todo, tremendamente tranquila.



Cerca está Saò Vicente, donde se anuncia el Centro de vulcanismo y sus grutas. Creo que es una visita interesante si se va con niños, pero para mi gusto es algo artificial y demasiado enfoncado al turismo.


Zona Noreste : Hay varias poblaciones, tanto interiores como de costa, de interesante visita. Una de ellas, bastante turística, pero casi imprescindible, es Santana y sus tradicionales casas de madera y paja (palheiros). Desde Ribeiro Frío (muy interior) se puede llegar hasta la costa, en Faial, donde encontrar un antigüo molino, donde se elabora buena parte del aguardiente con el que elaboran las ponchas.



Por otro lado, no se puede dejar sin visitar el extremo más Este de la isla : Ponta de Sào Lourenço. Se puede llegar hasta la punta, en una ruta, no dura, pero que te ocupa buena parte de la mañana. No obstante, se puede llegar a mitad de camino, disfrutando de unas maravillosas vistas desde distintos puntos.



Ya de vuelta hacia Funchal (punto de referencia), se pasa por una playa de arena natural (Prainha), bastante escondida y con un acceso no muy cómodo. A continuación se puede hacer una parada en el pueblecito pesquero de Caniçal, con su Museo de la Ballena, y donde se puede comer buen pescado fresco en locales sencillos. Por último, encontraríamos Machico, la segunda población más grande de la isla, de origen pescador, y donde encontrar otra de las pocas playas de arena blanca (artificial).


Centro de la isla : Nos estaremos adentrando en máxima frondosidad, sus picos principales, carreteras serpenteantes y cuestas pronunciadas. Infinidad de rutas de senderismo, unas ligadas a las levadas (conducciones de agua de zonas húmedas a secas que recorren toda la isla) y otras de unos picos a otros.


Se puede tener un día soleado, pero la probabilidad de que las nubes te rodeen, es alta. A uno de los picos más altos, el de Arieiro, se puede llegar con facilidad en coche, partiendo desde el aparcamiento una ruta de intensidad media y fabulosas vistas (si el día lo permite), para la que se ha de ir razonablemente equipado (calzado y mínimo abrigo).



Desde Funchal, a pocos kilómetros (pero no por eso trayecto corto, por las carreteras de acceso), se puede uno dirigir a Curral das Freiras, donde uno se quedará perplejo con las vistas de un valle encajonado, y al que sólo una carretera llega.



Funchal : La capital merece su propio apartado, con esas casas de aire colonial en la zona vieja, su recia catedral y la plaza del Ayuntamiento, o el mercado dos lavradores (donde encontrar infinidad de flores de la isla, frutas tropicales o pescado fresco, como su famoso pez espada preto) al inicio de la zona vieja (velha).




la Zona Velha (casco viejo) es uno de los puntos neurálgicos, con su colorista y animada Rua de Santa María, a día de hoy adornada con pinturas variadas en sus puertas y buen número de restaurantes (más o menos turísticos). Al final llegaremos a la Fortaleza de Sào Tiago, con ese tono amarillo que lo hace destacar. Sencilla, pero de interesante visita, la Capela do Corpo Santo.





Bajando al paseo marítimo, encontraremos el teleférico que nos puede llevar a Monte, población contigüa a Funchal, punto de escape del calor y zona de refugio y veraneo de la clase alta y adinerada madeirense. Allí es donde uno puede lanzarse dos kilómetros hacia abajo con los carreiros (y volver a Funchal), subir la imponente escalinata de la iglesia y, sobre todo, visitar el impresionante Jardín Tropical del palacio de Monte.





Otra de las visitas relevantes en Funchal es a la ancestral bodega Blandy, en pleno centro, y degustar unos vinos de Madeira. Un paseo por el puerto y el paseo marítimo no puede faltar, e incluso desde allí salir de excursión en barco (distintas opciones) para avistar delfines y ballenas. El Jardim Botánico es un enorme escaparate de plantas, tanto autóctonas como de la mayor parte del mundo, así como unas vistas imponentes de la ciudad. Y, por encima de todo esto, pasear con calma por las calles de Funchal y sus rincones.



Pero bueno, con tanta visita yo creo que ha entrado un poco de hambre y sed, así que os voy a dejar varias referencias interesantes en lo gastronómico. En Funchal son dos los restaurantes que más me impactaron, por calidad, servicio y adecuado precio : Principal Bistró, apartado de las rutas más turísticas, pero a la vez en el centro, y Lá Ao Fundo, muy cerca del castillo. Si buscas un local para degustar vino de calidad de Portugal, sin duda el sitio es Habemus Vinium!, y dejarse aconsejar.





Comimos muy bien, en general, y siempre a precio muy ajustado (a veces hasta muy barato), pero lógicamente hay sitios que nos dejaron una mejor impresión. Fabuloso en Santana disfrutar de la más tradicional y casera cocina de Madeira en Cantinho da Serra, comida contundente, no exenta de calidad. Y siguiendo con la cocina madeirense, no se debe dejar de visitar alguno de los restaurantes de interior (diversas y buenas opciones, como Quinta do Furào) para degustar una espetada (sea de pollo o de carne, ya que las de pescado/marisco son más costeras), acompañadas de ensalada, milho (maíz rebozado y frito) y patatas, con un precio low cost, y en muchos de ellos con excelentes vistas.






En la zona de Seixal encontramos un local, formato chiringuito, Las Caraibas, donde no se ha de ir con prisa, pero en el que la abuelinha (su veterana cocinera) te preparará un bacalao verde maravilloso (además de otros platos, muy de la zona, como la sopa de marisco dentro de un pan). Disfrutar de unas lapas, excelentemente preparadas, no puede faltar en Fajà dos Padres, al borde del mar, lo cual siempre mejora la comida.



Y para comer pescado de primera, siempre muy fresco, dos buenas alternativas, en distintos puntos de la isla : Vila do Peixe, en Cámara de Lobos, que tiene su versión de carne a 100 metros, con pescado a la vista, que seleccionas (opté por una garoupa) y te preparan a la brasa; y algo que ya había mencionado por encima, delicioso pescado fresco que te presentan en mesa para elegir, siempre como sugerencia del día, para disfrutar en Tasquinha do Pescador, en la pequeña localidad de Caniçal.





Uno se puede acercar a probar buena diversidad de vinos portugueses en Adega Moniz, pero la verdad es que en prácticamente todos los restaurantes se encuentran buenas cartas, basadas en el producto del país, y he de destacar que siempre hay buena variedad de vinos en botellas de 375 ml., que siempre es buena opción.


Nunca ha de falta, al inicio de la comida, el rico Bolo do Caco, bien solo, o como es más típico, con mantequilla, perejil y ajo.


Y tras un buen expreso, o en reuniones de amigos, e incluso a modo de aperitivo, no ha de faltar una poncha, con sus diferentes elaboraciones, pero realmente la clásica (básada en limón y azúcar o miel, con aguardiente), es mi preferida.


No tardeis en visitarla, que quizá empiece a estar más concurrida con el paso de los años...y buscad sus muchas lagartijas.