Ya mencioné en el primer post sobre Sevilla que la Catedral merecía un espacio para ella sola. Y con lo que os voy a contar, lo podreis entender.
La Catedral de Santa María de la Sede ocupa un espacio privilegiado en Sevilla, siendo casi paso obligado en cualquiera de las rutas que uno se plantee por la ciudad. Y cada vez que te vas acercando a ella, te impregna una sensación de grandiosidad que sólo se entiende cuando uno está allí, y eso que la sensación del interior es todavía más impactante que por fuera, aunque desde casi cualquier sitio se divisa imponente su torre : La Giralda.
Hablamos de la tercera catedral o iglesia más grande del mundo, y entre las consideradas de estilo gótico, la mayor. Considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y desde 2010 Bien de Valor Universal Excepcional, uno lo entiende cuando pasea por sus distintas estancias, y algo enorme le embarga hasta tal límite que el tiempo pasa sin enterarnos mientras la visitamos y admiramos sus preciosas vidrieras.
De origen musulmán, la catedral se edificó en el solar que dejó la Mezquita Aljama tras su demolición, pero quedando como recuerdo dos de los espacios más mencionados por los turistas y los propios sevillanos : el Patio de los Naranjos y el Alminar, lo que hoy en día conocemos como la Giralda, la cual se terminó de construir a partir de lo existente, rematando con el campanario y una inmensa veleta (el Giraldillo) en la cúspide, de la que podemos observar una copia ante una de las entradas principales. Es digno de mención que hasta escasas fechas, era la Giralda el punto más alto de Sevilla, con sus 104 metros.
Y si por fuera, sus entradas y relieves son magníficos, cuando uno se adentra en el templo, la sensación es fabulosa.
Como otras muchas iglesias, ha tenido (y tiene) uso como cementerio, encontrándose allí los restos de importantes personajes de nuestra historia, como varios reyes castellanos (Pedro I el Cruel, Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio), Juan de Cervantes y Bocanegra, Hernando Colón (hijo del descubridor) y el propio Cristobal Colón, del que se ha de decir que casi viajó más de muerto que de vivo, ya que sus restos han pasado por Valladolid, la Cartuja sevillana, República Dominicana y Cuba, antes de yacer en una tumba elevada en la catedral hispalense.
Infinidad de capillas engloban sus cinco naves (Central, Sur, Norte, Este y Oeste), destacando varias por encima de las demás, como la Capilla Real o la de San Antonio (de Padua), la cual contiene la pila bautismal y la obra cumbre de Murillo, La Visión de San Antonio, que es además el mayor de los cuadros conocidos del pintor sevillano.
Son muchas las tradiciones en torno a la catedral, entre las que destaca el hecho de que todas las procesiones sevillanas han de pasar ante ella, lo que hace que sean varias de las mismas las que su trayecto y duración se hace especialmente amplio.
Espectacular la Capilla Mayor, con su impresionante retablo, del flamenco Pedro Dancart, el mayor de la cristiandad, con gran número de escenas de la vida de Jesucristo y la Virgen María, así como figuras relacionadas con la misma. Sencillamente sensacional, en madera y cubierta de láminas doradas.
Uno no debe dejar de visitar el Tesoro Catedralicio y otras interesantes dependencias, y sin duda dejarse llevar un buen rato admirando la zona del Coro, con su magnífico órgano, compuesto de dos instrumentos gemelos enfrentados y 4 teclados manuales, hoy interpretado desde un único teclado todo al unísono.
Y para terminar, se ha de dejar un rato para ascender a la Giralda por sus 34 rampas, y una vez en el campanario admirar unas vistas inigualables de Sevilla.
Ir a Sevilla y no recorrer la Catedral, creo que podría considerarse como una visita inacabada, un coitus interruptus.
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