Conocida como la "Ciudad de las Cien Torres" o la "Ciudad Dorada", Praga es pasear y admirar, sentir su vida "bohemia" y sus cientos de años de historia relevante en Europa, con ese (amplio) centro histórico convertido en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco que se extiende a ambos márgenes del magnífico río Moldava, en torno al que se genera (y generó) mucha de su vida e historia.
Por otro lado, hablamos de una ciudad (y por ende país) salido de un complejo pasado comunista, y que ha sido capaz de evolucionar en positivo hacia un concepto liberal, en lo económico y lo social, de forma admirable, pasando a ser una de la economías más estables de la Unión Europea, con niveles de paro prácticamente nulos, si bien ha de tenerse en cuenta, cuando se viaja, el alza de precios que se ha producido en los últimos años, como no podía ser de otra manera. Ha vuelto a florecer, como lo que hace muchos años fue, la capital de Bohemia, un centro neurálgico de Europa, y uno de los destinos turísticos en pleno crecimiento.
Pero vayamos a lo mollar, a la chicha del viaje. Sin duda, y siempre dependiendo del tiempo de estancia, lo normal es centrarse en sus barrios del 1 al 5 : Josefov (Barrio Judío), Staré Mesto (Ciudad Vieja) y Nové Mesto (Ciudad Nueva), y al otro lado del río, cruzando el tremendamente frecuentado Puente de Carlos, Malá Strana y Hradcany (zona del castillo).
Praga es callejear, aparecer en cualquier rincón y sentirte a gusto, es no tener prisa y dejar que el reloj astronómico marque el ritmo, con los atónitos turistas apostándose a cada hora en punto, cual show (que no es tanto como uno pueda pensar); engloba astronomía, calendario y hora, en esta espectacular obra del siglo XV. Pero para llegar a él, seguro que uno se queda perplejo, casi sin palabras, al acceder a la Plaza de la Ciudad Vieja, monumental, comercial y acogedora; es punto de encuentro y fotografías por doquier, uno de los centros neurálgicos, y donde se puede admirar la gran obra de estilo gótico tardío que es la Iglesia de Nuestra Señora de Týn. Y habremos llegado hasta allí por la concurrida calle Celetná, desde la Puerta de la Pólvora, otro de esos monumentos representativos.
Desde la Plaza de la Ciudad Vieja, a tiro de piedra, encontraremos Josefov, tras discurrir por la calle Parízská y sus tiendas de lujo, en un ambiente de sinagogas, el muy visitado antigüo Cementerio Judío y el Rudolfinum (sede de la Orquesta Filarmónica checa).
Podremos llegar, tras cruzar por varios semáforos de corta duración para el peatón (prevalece el transporte público, de buen funcionamiento en la ciudad), y en paralelo al río, hasta el icónico Puente de Carlos, en piedra, gótico y del siglo XIV, con ese museo al aire libre de estatuas barrocas; resiste al paso de los años, al cruzar de infinidad de checos y turistas cada día, y a diversas y peligrosas inundaciones. No os olvidéis tocar la placa de bronce en la estatua de San Juan de Nepomuceno, donde se representa al santo en el momento de tirarle al río, y os "garantizaréis" una pronta vuelta a la ciudad.
Y llegamos a Malá Strana, con su culmen en la parte alta, la Colina Petrin, una zona tranquila y arbolada, a la que se puede llegar paseando o en funicular; pero la zona más agradable, a mi parecer, es la zona baja, donde podremos encontrar diversos jardines, casi escondidos y secretos, la imponente iglesia barroca de San Nicolás o la del Niño Jesús de Praga (muy relacionada con España), el ya famoso y turístico Muro de John Lennon, al que acceder desde la Isla de Kampa, con su interesante Molino del Gran Prior y la figura del duende del río Moldava, Vodnik (que te pedirá "tabaco", y ahí surge su leyenda), el museo de Franz Kafka y la que se dice la calle más estrecha del mundo, con un semáforo para coordinar el paso (pero que no os confundan, ya que todo está en manos de un bar al final, que es quien da paso para llegar a tomar una buena cerveza checa).
Desde la plaza de Malá Strana se coge la pintoresca y empinada calle Nerudova, siempre animada (y con bellos y elegantes edificios), para llegar a la zona del Castillo; aunque se puede subir en tranvía, por otro trayecto, a mí me gusta patear, y más por este tipo de calles y sus callejones anexos. Primer dato importante del Castillo es que se trata del más grande del mundo, según el Libro Guinness; el segundo, es que incluye entre sus edificaciones la Catedral de Praga, monumental y con zonas diferenciadas, al construirse durante 6 siglos, en diversas etapas; otro dato es que se ha convertido en la residencia del Presidente checo, tras ser lugar de cobijo de distintos reyes en el pasado; y el cuarto, es que no deben de dejar de conocerse sus dos accesos principales, la Puerta de los Gigantes (zona del cambio de guardia) y el acceso por la Hondonada de los Ciervos. Una vez allí, lo mejor es relajarse, pasear y disfrutar con calma, de vistas y edificaciones imponentes.
No lejos de la Puerta de los Gigantes, merece mucho la pena acercarse a Nový Svet (el Barrio de Nuevo Mundo), zona no muy transitada, donde la paz y sus coloristas edificios hacen que te puedas relajar al máximo ... o incluso disfrutar de un spa de cerveza. Y siguiendo con el paseo, antes de pararse a descansar, llegar hasta el Monasterio de Strahov, y admirar su espectacular biblioteca.
Ya sólo quedaría adentrarse en Nové Mesto, donde no debe uno perderse varios lugares de alto interés, como la Plaza de Wenceslao, la Opera Estatal o el busto móvil de Kafka (de David Cerný), pero para mi gusto, no debe faltar un rato en la azotea de la Casa Danzante, con unas vistas deliciosas, en diversas direcciones.
La vida en Praga transcurre a un lado y al otro del río Moldava, y así ocurre también con sus opciones gastronómicas, que nunca han de faltar en un viaje que se precie. Animados locales junto al río, muchos con sugerentes decoraciones, que permiten un amplio horario de comidas. Por supuesto, y normalmente más apartadas de la orilla, se han de conocer esas típicas tabernas, muchas cervecerías artesanas (en distintos tamaños), donde nunca faltan las muestras de la cocina local, contundente y sabrosa.
La variedad (en tipo de cocina, precio, calidad o decoración) es amplia, con un enfoque turístico en algunos casos, pero que se siempre se puede esquivar si se consultan bien las reseñas que puedan leerse por distintas vías. No obstante, y dado que en el gusto de cada uno debe residir su elección, sólo citaré expresamente un restaurante, que sinceramente fue un acierto en todos los sentidos (atención, cocina, RCP, decoración desenfadada) : Luka Lu.
Para terminar, sólo dejar una referencia hotelera, la que tuvimos la suerte de disfrutar, The Cloud One, con cercana ubicación al centro, buena RCP, excelente terraza-bar, instalaciones modernas y perfecto trato; es un hotel muy nuevo, de este 2024, y está en fase de ampliación de las zonas de ocio.
¿Volveré? Espero que sí...
1 comentario:
Preciosa publicación sobre Praga. ¡Qué recuerdos.
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