Cocina con personalidad, con estilo propio, donde se incorpora la vanguardia y originalidad a la tradición y los sentimientos; una Cocina Gamberra, de barrio y calle, pero todo conocimiento y trabajo, con un buen y equilibrado joven equipo que suma y aporta, espacio bien pensado y agradable, para un resultado que, desde la entrada, agrada, y en muchos casos fascina con su excelente RCP.
Llevábamos tiempo mi mujer y yo con ganas de conocerlo, buscando un hueco para disfrutar de una comida de las que te deja recuerdos, y conocer a un excelente tipo, por encima de un gran cocinero.
Optamos por la opción del menú completo, más largo, compuesto por 26 pases, y presentados en cerámica de la zona, diseñados y elaborados expresamente para el restaurante. De su carta de vinos, bien seleccionados, arrancamos los aperitivos con una copa de rosado con equilibrio como NICTE, y ya metidos en faena, optamos por un Habla nº 32, 100% Syrah, que encajaba perfectamente con el conjunto de platos, plenos de intensidad.
Tras una espectacular Americana de cangrejo, nos metimos de lleno en una serie de 8 snacks para seguir abriendo boca :
Bollo de calamares, delicioso.
Toledana de perdiz en 3 bocados, Tartaleta de pechuga de perdiz ahumada y caviar - Bombón de perdiz - Verduras y toledana.
Trucha, muy intenso sabor.
Interesante la Crema de ajo verde.
Rica Sardina ahumada.
Impactante combinación en el Queso de cabra, cítricos y miel.
Lo que se presentaba como Fetiche del chef :
Increible conjunto de matices y sabor el que percibimos en el Dim Sum de manitas de cerdo y carabinero.
Cigala y pollo, rico, pero quizá falto de mayor intensidad.
Tanda de pescados :
Lo de la Anguila, un gustazo.
Seguíamos con un Bacalao y sus callos, en perfecto punto de cocción.
El guiño internacional con su Viva México Cabrones :
Lo de las Carillas y callos de cordero, un escándalo.
Potencia en el Taco de asaduras y queso manchego.
Tequila, limón y sal, para "desengrasar".
Remate con Falda de cordero y maíz.
De carne, con ese toque de caza al estilo toledano, un tremendo y sabroso Gamo, ajo negro y haba tonka.
Y quedaban 7 postres, realmente sorprendentes algunos, donde no siempre el dulce mandaba :
Piñones, leche y queso, una combinación equilibrada y deliciosa. El "otro" arroz con leche.
Mochi de mantequilla ahumada y queso, sin fallo en presentación y sabor.
Bombón de mandarina, toque cítrico.
Nueces, queso y membrillo, una mezcla clásica, con trampantojo incorporado.
Posiblemente uno de los mejores platos, sensacional el Filipino de plátano y bacon ahumado.
Bollo de chocolate blanco y fresas.
Muy rico ese Tocino de cielo.
Y ya sólo quedaba un recuerdo a la infancia de Carlos y los olivares, como gran fin de fiesta, Días de varea.
Y tras esa amena conversación final con Carlos, sin prisa y perfecta visión hacia el cliente, no pudimos salir más contentos, pensando en que habrá que buscar nuevo hueco ante próximo cambio de menú y temporada.