Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



lunes, 28 de diciembre de 2020

Fideua de marisco a la sartén...y remate de sobrasada


Muchas veces se piensa en los platos de pasta o arroz como soluciones básicas; pero es tanto el juego que nos pueden dar que, sin duda, son base perfecta para platos de fiesta y alegría gastronómica (y no sólo por el marisco 😉 ). Pues vamos a ello...y así despedir este triste 2020.

INGREDIENTES (4 personas)

"4 puñados" (a razón de 100 - 150 gr. por comensal) de fideua (aunque yo prefiero usar fideo de buen tamaño, al elaborar a la sartén). Que nos pase nadie hambre, y se pueda repetir.

Fumé de pescado / marisco / verdura : Agua (no menos de un litro), verduras variadas (zanahoria, pimiento, puerro, apio,...), espinas de pescado (siempre es bueno guardar congeladas) y cáscaras de gambas / gambones (que vayamos a usar). Esta parte es clave.

Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE).

Sal marina de Ibiza (aunque podemos usar otra, claro).

Pimienta de Jamaica (que no sea muy picante).

Un tomate (más o menos maduro).

Pimientos de varios tipos.

Una cebolla morada que no sea muy grande.

Un trozo de puerro (la parte más verde).

Mejillones franceses Bouchot (de los pequeños).

Un calamar o una sepia (mejor un calamar no demasiado grande).

Gambas o gambones (de la mejor calidad posible). Yo elegí unas gambas alistadas, por su potencia de sabor.

Sobrasada de cerdo negro.

RECETA

Lo primero es preparar un buen fumé. Podremos tenerlo del día anterior, aunque a mí me gusta preparar sobre la marcha. En cazuela salteamos las espinas en AOVE, y después las cáscaras de gamba. Por último, la verdura, sin necesidad de cortarla en exceso. 





Añadimos el agua (ha de quedar todo cubierto), y le damos un punto de sal y pimienta, pero ligero, ya que no interesa que quede demasiado salado, aunque sí sabroso.

Nos organizamos la mise en place, limpiando los mejillones, cortando en rodajas el calamar y picando bastante la verdura (tomate, pimientos, cebolla y puerro).


En una sartén grande (podría ser una paella), y mejor si fuera en parrilla, saltearemos en AOVE el fideo, para que se tueste un poco, y lo retiramos.

Vamos a abrir los mejillones en la misma sartén, con muy poco aceite, y después marcamos el calamar, que quede casi hecho, pero sin que se nos pase. Las gambas, no más de 30 segundos en la sartén (no se nos puedan hacer en exceso).


Toca el sofrito, empezando por la cebolla y el puerro, y enseguida los pimientos (que nos den mucho calor), a fuego medio. Seguidamente el tomate, y le damos un toque de sal y pimienta ligero.


Sobre esa casi salsa de tomate, incorporamos el fideo, ligeramente tostado, para casi de inmediato ir añadiendo fumé (podemos ir poco a poco, hasta el punto que queramos de la pasta, nunca demasiado hecho). Mejor a fuego medio-bajo, y que se haga despacio (las prisas nunca son buenas consejeras).



Rectificamos de sal (e incluso pimienta), y es el momento de, todavía en el fuego, de añadir los mejillones y el calamar, y justo al final las gambas. Terminamos de mover, y retiramos del fuego.


Llevaremos a la mesa en la propia sartén, y una vez en los platos, rematamos con unos toques de sobrasada (una idea adquirida en Tres por Cuatro), y que le dará un punto de jugosidad excepcional, redondeando el plato.


A la hora del maridaje de vino, apostaría por un rosado (con cierto cuerpo), incluso un blanco con barrica o algún espumoso intenso ... y a disfrutar con calma. Probad y me contais.










domingo, 13 de diciembre de 2020

CRACOVIA, pura historia en una ciudad llena de vida


En estos tiempos que corren, que esperemos sean pronto un mal sueño, las posibilidades de viajar se han limitado y, por tanto, la de contar las peripecias que acontecen aquí y allá. Por este motivo, nada mejor que recordar uno de esos fabulosos viajes realizados, y que estaba en tareas pendientes de publicación : Cracovia (Polonia).

Se trataba de un viaje que se encontraba en la lista de ciudades europeas de interés, y que no habíamos realizado antes dada la escasez de conexión aérea desde España, la cual mejora ligeramente en la época veraniega (en esos tiempos de facilidad viajera). Finalmente, y aunque con escala en Munich (en total unas 5 horas de viaje), mi mujer y yo nos organizamos un viaje de 4 días (3 noches) para Agosto de 2019.

Son muchas y buenas las opciones de hospedaje, pero lo mejor es buscar en una ubicación cercana a Stare Miasto, el Centro Histórico (Patrimonio de la Humanidad por la Unesco), y así usarlo como punta de lanza para conocer bien esta fabulosa ciudad polaca.


El acceso al centro, y así arrancar con nuestra visita, no podía ser por otro sitio que su principal entrada, la Barbacana y la Puerta Florian. A continuación uno se adentra por unas calles plenas de vida, y que te hace desembocar en la plaza medieval más grande de Europa, tremendamente animosa, y epicentro de la ciudad. Se trata de la Plaza del Mercado (Rynek Glowny), con la Lonja de Paños (Sukiennice) en el centro (donde adquirir diversos souvenirs) y diversos atractivos como la Torre del Ayuntamiento (que merece la pena visitar y ascender) y, sobre todo, la Basílica de Santa María, con sus dos torres desiguales (dos hermanos fueron los causantes), y desde la que cada hora se puede escuchar la melodía de un trompetista.





Como el resto de Polonia, se trata de una ciudad de claro signo católico, y que lo deja claro con su multitud de iglesias, muchas de ellas imponentes, y llenas de historia y belleza. Además, estamos ante una ciudad muy verde (destaca el Parque Planty que rodea a todo Stare Miasto) y con la enorme vida que le aporta un río, como el Vístula.







Aunque suele estar bastante lleno, uno no debe dejar de visitar la colina de Wawel en el límite del Centro y muy cerca del río, donde se levanta imponente el Castillo Real (medieval), y en el recinto encuentras la Catedral de Wawel de estilo gótico, y múltiples particularidades.



Si se sigue trayecto, ya fuera de Stare Miasto, se llega a un barrio de enorme encanto, con notas vintage y trendy, como Kazimierz (antigüo barrio judío). Tremenda animación y multitud de locales nocturnos (Bar Singer, con mesas de esa marca de máquinas de coser, Eszeweria y otros muchos que apetecen ser visitados). Muy animada también la zona que rodea la Plaza Nowy (Nueva), con infinidad de puestos de comida rápida.






Ese origen judío se aprecia con claridad en diversos restaurantes y un gran número de sinagogas. Si uno se encamina hacia el río, puede cruzarlo y llegar hasta Podgorze (gueto judío creado en 1941 por los nazis), donde encontrar una plaza de triste recuerdo, con el monumento de las 70 sillas, símbolo de lo que fue punto de salida para el traslado de judíos al campo de concentración de Auschwitz (una de las opciones de visita, si se tiene tiempo). Por cierto, no siendo de las más reconocidas, cerca de allí se encuentra la iglesia neogótica de Saint Joseph, de las más bonitas de Cracovia.





Y hablando de visitas a realizar fuera de la ciudad, la que sí hicimos, y disfrutamos aunque sea bastante turística, fue a las minas de sal de Wieliczka, donde se desciende a 130 metros de profundidad, y puedes admirar multitud de esculturas en sal, algunas de ellas, verdaderas obras de arte.






De vuelta a la ciudad, y en el entorno del río, se pueden optar por un buen número de restaurantes flotantes, que merecen una visita, y de los que destacaría Barka, perfecto para comer o cenar, pero también un buen aperitivo.



En Cracovia se puede disfrutar de buen vino (quizá un poco elevado de precio en algún caso), aunque destaca por su tradición cervecera, y en esta línea no se ha de dejar de visitar House of Beer, con sus 21 grifos (donde van rotando las marcas y estilos) y 250 cervezas embotelladas (la mayor parte polacas).



Y habrá que rematar con algunas menciones gastronómicas, desde la comida callejera, los bares de leche (cocina tradicional a precio muy económico) o probar los deliciosos pierogis (entre ravioli y empanadilla, con multitud de rellenos) en Mr. Vincent (pequeño local en la zona de Kazimierz, donde sólo se come este plato, en 40 variedades, tanto saladas como dulces), hasta algunos de los buenos y elegantes restaurantes del centro (se puede comer bien incluso en los más turísticos), y entre los que me quedo con Szara Ges, con su bonita terraza en la misma Plaza del Mercado.







En definitiva, si os gusta lo que os he contado y las muchas fotos que aquí os dejo, no lo dudeis, es una ciudad que merece mucho la pena visitar y admirar, pero, y casi es más importante, disfrutar. Nosotros lo hicimos, y es de esos sitios a los que no importaría volver y repetir experiencia.