Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



sábado, 3 de diciembre de 2022

MILAN : Mucho más que una de las capitales de la moda



Cuanto más conozco de Italia, más me gusta y apetece visitarla. Cada rincón, cada ciudad, cada momento, está lleno de historia, arquitectura, estilo, ambiente y una forma de ser mediterráneo muy parecida a la nuestra.


En esta ocasión, 3 días recorriendo las calles milanesas han sido más que suficientes para colocarla entre mis metropolis preferidas, no sólo de Italia, sino a nivel europeo. Y es que conjuga varias cuestiones que hace que la visita sea más que agradable; su gran aliciente y negocio es esa creatividad que asoma por cada esquina.


No resulta una ciudad barata, pero cuando se viaja desde Madrid, lo cierto es que tampoco se nota una excesiva diferencia, básicamente en lo que realizas gasto, como lo gastronómico, transporte u hoteles (siempre que no sea en el mismo centro, en el entorno del Duomo). Eso sí, al tratarse de una de las capitales de la moda, el lujo en el vestir y sus complementos es relevante, y por consiguiente hay que tirar de chequera si se quiere uno dar un antojo en este sentido.


Pero vayamos al grano. Lo primero es mencionar que todo el centro, lo que sería el casco viejo (muy amplio, por cierto), resulta arquitectónicamente sensacional, con edificios de viviendas donde se ha mantenido una construcción que viene de antes, elegante y funcional, imponente y accesible, modernista y con acceso de carruajes a patios interiores. Se puede recorrer a pie, y complementar con algún trayecto, algo más largo, en su buen transporte urbano (tranvía, metro y autobús).





Resulta trepidante y alegre, al tiempo que encontrarás zonas muy tranquilas donde pasear con calma es casi una obligación; es vanguardista y animado, es una ciudad a pie de calle, es creativa, es un estilo propio.


Monumentalmente hay bastante que ver y admirar, pero llegar a la plaza del Duomo (catedral), con esa inmensidad, y quedarse absorto con el mármol rosa de esa catedral de estilo gótico, resulta prácticamente inevitable. Imprescindible realizar la visita a las azoteas, y si se tiene la suerte que nos tocó a nosotros, y sale un día soleado, sólo queda dejarse llevar. Completar la visita al interior del Duomo, impresionante, con el museo (en la zona exterior, dentro del palacio real), merece la pena.







Muchas e interesantes iglesias, tanto en el exterior como interior (la mayoría gratuitas), destacando Santa María delle Grazie (con "La última cena"), Sant'Ambrogio o Santa María del Miracoli e San Celso, pero lo que me fascinó fue el osario de San Bernardino alle Ossa; arquitectura medieval en el Castello Sforzesco, tras el que asoma el Parco Sempione (un agradable pulmón verde) y al fondo el Arco de la Paz; sorprendentemente impactante el Cementerio Monumental (algo más apartado del centro), con esos panteones llenos de arte; y como curiosidad, acercarse un momento al edificio de la Bolsa, y allí encontrar una enorme escultura llena de intención : L.O.V.E. (la gran "peineta", aunque realmente los dedos están cortados, excepto uno).













Rezuma moda por toda la ciudad, pero destaca ese edificio art nouveau que es la Galería Vittorio Emanuele II, junto al Duomo, y el Quadrilatero d'Oro, lujo al cuadrado.




Al caer la tarde merece la pena acercarse a Navigli, ese barrio lleno de vida y animación, con infinidad de calles abarrotadas de locales, desde los más sencillos a los más modernos, donde sus dos canales (vestigios de otras épocas) son punto neurálgico del "aperitivo" (ese rato entre las 6 y las 9 de la noche, para refrescarse picando algo). Todo cabe : el propio aperitivo al caer la tarde, un vermú, un cóctel nocturno o una buena cena.



Su gastronomía es local y del resto de Italia, es internacional a la par que callejera, puede ser tradicional o de vanguardia, en definitiva, puedes encontrar casi cualquier cosa. Siempre que el tiempo lo permite, muy de terraza al aire libre, pero si no es así, la mayoría se encuentran bien preparadas, para así elegir entre interior y exterior (cerrado o no). Sin escandalizarse por el precio, no puede faltar un Aperol Spritz en alguna terraza alrededor del Duomo, o incluso comer o cenar allí; y claro, tampoco se debe olvidar uno de saborear un rico helado (con distintas alternativas, de estilo artesano, por la ciudad). Además del café, se trabaja mucho y bien tanto el vino como la cerveza, aunque quizá aquí notaremos un precio algo superior al que estamos acostumbrados en España.


Y para finalizar el post, os dejo dos recomendaciones hosteleras, entre las muchas que puedes seleccionar. Por un lado, Risoelatte, cerca del Duomo, cocina tradicional en un local divertido en su decoración, como si estuvieras en una casa de los años 60 y te viniera a servir la mamma; delicioso risotto milanesa con ossobuco y buen trato. Y por otro, Belé, en la zona de Navigli, en un local elegante y de diseño, con una atención de primera y una cocina excelente con buena RCP.








Si surge la oportunidad, no tendré problema en repetir y sentirme un milanés más.





martes, 1 de noviembre de 2022

Risotto de rabo toro : De España a Italia, y viceversa, dos recetas en una


Dado que en menos de un mes me encontraré visitando Milán, nada mejor que homenajear a la capital de Lombardía, con una receta de aquellos lares. Pero dado que mi desplazamiento es desde España, pongamos en liza la cocina de ambos países, para unirlos en esta receta en dos pasos, elaborando el rabo de toro un día, y el risotto al momento.

Ingredientes (5 personas)

Rabo de toro : Además del rabo de toro (en torno a 1 kg.), 1 cebolleta grande, un cuarto de bulbo de hinojo, 1 puerro, tomates pera (3/4 kg.), 3 zanahorias, 1 pimiento rojo, 2 dientes de ajo, aceite de oliva virgen extra, 2 vasos de buen vino tinto, buen vinagre de vino, agua, jengibre (puede ser en polvo), sal marina, pimienta negra, 2 hojas de laurel, romero, tomillo y harina.

Para  el caldo : Agua, hueso (codillo) de jamón ibérico, además de las verduras, la salsa y los huesos del guiso.

Risotto : el caldo, la carne desmigada, 1/2 kg. arroz especial de risotto (arborio o carnaroli), medio vaso de vino blanco, un poco de chalota, cebolla o cebolleta (media), sal, pizca de azafrán, mantequilla y queso parmesano. Cebollino para adornar al final, si se desea.

Receta

Haremos el guiso el día anterior.
Primero, salpimentaremos los trozos de rabo de toro. Enharinamos y doramos en la cazuela (donde elaboremos el guiso), con un buen chorro de AOVE. Cuando tengamos todos los trozos dorados, los retiramos, y entonces pochamos en ese mismo aceite el puerro, la cebolleta, los ajos (pelados y enteros) y el pimiento rojo, limpios y cortados en trozos grandes. Casi enseguida, añadimos el laurel junto con el jengibre y el hinojo, y las zanahorias en trozos (por la mitad), junto con los tomates, pelados y troceados.
Sazonamos al gusto.

Toque de romero y tomillo. Incorporamos la carne, y cubrimos con el vino, chorrito de vinagre y agua.
Cuando rompa a hervir, desespumamos, tapamos la cazuela y dejamos cocer a fuego lento, más o menos tres / cuatro horas (dependerá del punto calor).


Pasado ese tiempo, probamos el punto de sal (por si hay que rectificar) y que la carne esté tierna (se tiene que separar del hueso, prácticamente sola).

Al día siguiente, retiramos los trozos de carne, y separamos el hueso de la carne (que reservamos, desmigada), apartando junto con las verduras y la salsa, los huesos.


Nos ponemos a preparar el caldo (para mí, una de las claves de un buen risotto), incorporando todos los ingredientes (un litro de agua, el codillo, los huesos del rabo de toro, las verduras y parte de la salsa del guiso), en la cazuela donde luego haremos el arroz, dejando a fuego medio.

Una vez tengamos el caldo (1/2 hora puede ser suficiente), lo apartamos en unas jarras, y en esa cazuela comenzamos con un pochado de chalota y cebolla, todo picado muy fino, en brunoise. Seguimos pasando muy ligeramente el arroz, y de inmediato arrancamos con la incorporación de vino blanco (como medio vaso), y poco a poco el caldo (primero cuasi cubriendo), con un poco de sal (se podría añadir también un picado de tomillo y romero). La clave está en ir controlando el punto, en base al control con el caldo, al tiempo que remover ligeramente. Duración, alrededor de 20 minutos (pero lo normal es que sea menos tiempo).


Echamos el azafrán a mitad de cocción, vigilando siempre el punto de cremosidad que vaya adquiriendo la elaboración. Cuando falten menos cinco minutos, añadimos la carne que tendremos preparada y desmigada.


Rematamos con el queso (sin miedo), que rallamos por encima, todavía en el fuego, para que quede cremoso al máximo; enseguida quitamos del fuego, añadimos mantequilla, y seguimos removiendo para que todo ligue al máximo, en ese proceso conocido como mantecar.

Adornamos al final, y en el plato, con un poco de cebollino; un poco de queso parmesano para que cada uno se ralle al gusto, si lo desea. Y recordad que un risotto es para comer de la cazuela al plato de forma inmediata, que es cuando está en su punto adecuado.


Y como un buen maridaje siempre es una experiencia por si mismo, nada mejor que un Valtellina Superiore lombardo, que será una perfecta pareja gastronómica con la que disfrutar al máximo de este plato.


miércoles, 5 de octubre de 2022

Cenar en un llaut : Una experiencia inolvidable en Menorca



Hay veces que sólo es cuestión de juntar experiencias que, por separado, son muy buenas, pero que al emparejarlas te hacen llegar al culmen.


Pensad en reunirse con buenos amigos, navegar bajo la luna llena menorquina en el entorno de la bahía de Mahón tras pararse a admirar el atardecer, productos de la zona, un chef sólo para nosotros ... y muchas ganas de pasarlo bien. Pues es lo que te ofrece Menorca en Llaut junto con Alma Salada. Pasen y vean ... o mejor, pasen y déjense llevar para disfrutar.



Hablamos de cuatro horas de experiencia, que cada cual ha de valorar si le parece caro o no (recordad que una cosa es lo que cuestan las cosas, y otra lo que valen); en mi caso, sólo puedo decir que la RCP es excepcional. Navegar en una de esas embarcaciones tradicionales de las Baleares, saborear una espectacular caldereta de langosta, que el tiempo se pare al ritmo de la música.


Disfrutar de Menorca y sus atardeceres mágicos es sensacional, pero cuando la experiencia se completa navegando y cenando bajo la luna llena (¡qué suerte tuvimos!), se convierte en increíble e inolvidable.




Y como describo arriba, es algo que, con máxima exclusividad se puede realizar a día de hoy. Un fenómeno como Jordi a los mandos del llaut, perfectamente complementado en "cocina" (a veces hay que apañarse con lo que se tiene) con Dani Ojeda, conforman un buen tándem.


El menú, de esos que se hacen más relevantes en su sencillez. Unas buenas ostras con cava, mientras la brisa de esa tarde calurosa nos alegraba la tarde; y seguidamente, y acompañado al gusto de vinos menorquines (de Bodegas Binifadet), quesos y embutidos de la tierra.




Tremenda esa caldereta, terminada a bordo, con densidad de un caldo realmente sabroso, y langosta para algún que otro tupper. Prisas las justas, había que disfrutar de ese lujo.



De remate, por supuesto, ensaimada rellena de crema y, claro, una pomada de esa ya característica Xoriguer.



Pues bien, hablamos de 850 € para un máximo de 6 personas ... poco más que decir.