Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



lunes, 24 de febrero de 2020

Nantes : elegancia, diversión y sorpresa



De repente, un día encuentras unos vuelos a buen precio, a un destino que nunca antes te habías planteado. Investigas, consultas y averigüas que no está nada mal, y el siguiente paso es consultar a la familia para organizar 3 días de estancia. Pues así, de forma resumida, es como decidimos montar un viaje a Nantes, y la verdad es que volvimos realmente encantados, por la ciudad, el ambiente y su gente.


La que fue ciudad capitalina de la antigüa Bretaña, y hoy capital de los Países del Loira, se encuentra al Oeste de Francia, siendo una localidad elegante, con un centro histórico digno de elogio y mucho ambiente y animación, con sus gentes habituadas a las terrazas, y eso que es una ciudad de tono gris por los muchos días con nubes y lluvia.



Se recorre con facilidad, y además llegar a los puntos principales es extremadamente sencillo, ya que no hay más que seguir la línea verde (Viaje a Nantes) que sirve de ligazón entre unos enclaves y otros. Hablar de Nantes es encontrarse con el arte, tanto callejero como de museo; es la ciudad de Julio Verne, que se plasma en las máquinas de la Isla de Nantes (por cierto, nosotros tuvimos la mala suerte de coincidir en fechas con el mes de mantenimiento), donde también encontrar el HAB (Hangar à Bananes), lugar de exposiciones rodeado de una zona de ocio con bares y restaurantes, y todo junto al río; es verde (Ciudad Verde Europea 2013), donde no se puede dejar de destacar El Jardín de las Plantas, en pleno corazón de la ciudad, uno de los jardines botánicos más grandes de Francia, y lleno de rincones acogedores y entrañables, divertidos y extravagantes.







Ana de Bretaña amó esta ciudad, la llenó de historia y dejó un castillo, monumento histórico en perfecto estado, como el Château des Ducs de Bretagne, de construcción entre los siglos XIV y XVIII. Recorrer su muralla del siglo XV, durante 500 metros de vistas y rincones para la fotografía, se convierte en uno de los momentos que no han de faltar. Frente al castillo, en uno de sus laterales, que flanquean la entrada principal, podreis toparos con unas fuentes a modo de chorros de agua, muy similar a las que existen en Burdeos, perfecto en los días soleados para recrear un efecto espejo. Y muy cerca la Torre Lu, parte de lo que fue la fábrica de las famosas galletas GN ("Galletas Nantais"), la cual a día de hoy es un centro de arte muy peculiar (con bar, librería, restaurante y salas de actuaciones diversas), el "Lieu Unique" (con un juego de palabras, LU).






Es una ciudad repleta de arte, como antes te decía, y en este sentido no se han de perder de vista el buen número de iglesias, verdaderas joyas arquitectónicas en muchos casos. Nos fascinó la sensacional iglesia de San Nicolás, imponente y grandiosa, realmente preciosa. Muy cerca, y también en pleno centro, está la iglesia de Sainte Croix, con su característico reloj. Y claro, la Catedral gótica de San Pedro y San Pablo, de similar tamaño a Notre Dame en París, con sus casi 500 años de duración desde el inicio de su construcción; tremendo el órgano, uno no ha de perderse las tumbas de los últimos duques de Betraña o las criptas.








Como atractivo turístico, se debe subir a la planta 32 de la Tour Bretagne (con un coste de un euro), con "Le Nid", un curioso bar donde su cigüeña es la que manda y lo recorre, y no por su belleza arquitéctonica, sino por las vistas desde lo más alto, las mejores de Nantes. Según se suba de día o de noche, las sensaciones varían.




Siempre he pensado que las ciudades con ríos importantes, navegables, tienen un plus; pues bien, Nantes tiene dos, el Loira y el Erdre, con zonas de casas flotantes, excursiones y recorrido en varias partes por el Navibus (transporte público), que te permite acercarte en 10 minutos al antigüo pueblecito de pescadores de Trentemoult, con sus fachadas de colores llamativos, y donde comimos de forma excelente buen producto de mar en un elegante local como La Civelle (lo tiene todo, con buen servicio, producto, grandes vinos,...).








El Centro es para recorrerlo a pie, disfrutando de cada rincón y momento, pero siempre uno puede desplazarse en un buen transporte público, basado en autobuses y tranvías. Se puede llegar al monumental barrio Feydeau, frente a la Isla de Nantes, con sus imponentes casas de piedra del siglo XVIII, muchas dando la sensación de que se van a caer, por su inclinación debida al terreno, pero con una historia dura, rodeada de la trata de esclavos. Desde allí se puede llegar a la plaza Graslin, con el edificio de la ópera y el famoso local de La Cigale, digno de ver, para cruzar el Pasaje Pommeray, visita obligada como galería comercial y espacio monumental, y así llegar a otra bonita plaza como La Royale.








La calle Kervegan es todo historia, con edificios del siglo XVIII, verdaderos monumentos históricos. Y además es uno de los puntos neurálgicos en lo gastronómico, con buen número de tabernas y restaurantes de cocina internacional. El otro es el barrio Bouffay, casi todo peatonal, considerado el alma de Nantes, con gran ambiente y repleto de de tiendas, bares y diversas opciones para comer, donde no faltan las creperies, un clásico de la zona; por otro lado, es donde podremos divisar algunos de los pocos edificios de madera que quedan, con origen en el siglo XV.







En definitiva, una ciudad para disfrutar paseando, en una terraza con calma y un buen vino, mezclándote entre su gente, y siempre admirando arte. Además, precios muy razonables, con lo que todo se hace más apetecible.