Se puede viajar de muchas maneras, incluso a veces sin moverte del sitio. Pues algo así me ocurría hace unos días dentro de una pequeña y coqueta sala de teatro, en forma de luna, donde la cercanía a los actores hace que casi puedas saltar al escenario, así como sentirlo todo más a mano.
Quizá alguno sabreis que hablo del Teatro Príncipe Gran Vía (del Grupo Marquina). Allí me encontré transportado a la sala de espera de un afamado doctor, experto psiquiatra, donde cualquier cosa podía ocurrir.
Y ocurrió : Comencé a reir, ¡qué digo reir! a troncharme, desde el primer momento...ante los primeros síntomas de TOC (Trastorno obsesivo compulsivo) y...bueno lo mejor es que vayais y lo comprobeis por vosotros mismos.
Lo que sí os puedo comentar es que las risas están garantizadas en esta hilarante obra, en la que el tiempo pasa sin enterarte gracias a un ritmo escénico sensacional. Y es que si lleva 6 años consecutivos en una plaza como la madrileña, por algo será.
Pero además de llorar (de risa) y pasar un rato excepcional que a cualquiera le sentaría bien, deja en el aire una moraleja interesante, y es que cuando nos preocupamos y ayudamos a otros, nos olvidamos de nuestras propias penas, de nuestros defectos, de nuestras manías...
No lo dudeis, buscad un hueco y pasad por allí, relajaos y a disfrutar.....y no tardeis, ya que a lo mejor algún día deja de salir a escena....o quizá no.
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