Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



domingo, 18 de enero de 2015

Sevilla : Parte II. LA CATEDRAL



Ya mencioné en el primer post sobre Sevilla que la Catedral merecía un espacio para ella sola. Y con lo que os voy a contar, lo podreis entender.


La Catedral de Santa María de la Sede ocupa un espacio privilegiado en Sevilla, siendo casi paso obligado en cualquiera de las rutas que uno se plantee por la ciudad. Y cada vez que te vas acercando a ella, te impregna una sensación de grandiosidad que sólo se entiende cuando uno está allí, y eso que la sensación del interior es todavía más impactante que por fuera, aunque desde casi cualquier sitio se divisa imponente su torre : La Giralda.


Hablamos de la tercera catedral o iglesia más grande del mundo, y entre las consideradas de estilo gótico, la mayor. Considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y desde 2010 Bien de Valor Universal Excepcional, uno lo entiende cuando pasea por sus distintas estancias, y algo enorme le embarga hasta tal límite que el tiempo pasa sin enterarnos mientras la visitamos y admiramos sus preciosas vidrieras.


De origen musulmán, la catedral se edificó en el solar que dejó la Mezquita Aljama tras su demolición, pero quedando como recuerdo dos de los espacios más mencionados por los turistas y los propios sevillanos : el Patio de los Naranjos y el Alminar, lo que hoy en día conocemos como la Giralda, la cual se terminó de construir a partir de lo existente, rematando con el campanario y una inmensa veleta (el Giraldillo) en la cúspide, de la que podemos observar una copia ante una de las entradas principales. Es digno de mención que hasta escasas fechas, era la Giralda el punto más alto de Sevilla, con sus 104 metros.


Y si por fuera, sus entradas y relieves son magníficos, cuando uno se adentra en el templo, la sensación es fabulosa.


Como otras muchas iglesias, ha tenido (y tiene) uso como cementerio, encontrándose allí los restos de importantes personajes de nuestra historia, como varios reyes castellanos (Pedro I el Cruel, Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio), Juan de Cervantes y Bocanegra, Hernando Colón (hijo del descubridor) y el propio Cristobal Colón, del que se ha de decir que casi viajó más de muerto que de vivo, ya que sus restos han pasado por Valladolid, la Cartuja sevillana, República Dominicana y Cuba, antes de yacer en una tumba elevada en la catedral hispalense.



Infinidad de capillas engloban sus cinco naves (Central, Sur, Norte, Este y Oeste), destacando varias por encima de las demás, como la Capilla Real o la de San Antonio (de Padua), la cual contiene la pila bautismal y la obra cumbre de Murillo, La Visión de San Antonio, que es además el mayor de los cuadros conocidos del pintor sevillano.


Son muchas las tradiciones en torno a la catedral, entre las que destaca el hecho de que todas las procesiones sevillanas han de pasar ante ella, lo que hace que sean varias de las mismas las que su trayecto y duración se hace especialmente amplio.


Espectacular la Capilla Mayor, con su impresionante retablo, del flamenco Pedro Dancart, el mayor de la cristiandad, con gran número de escenas de la vida de Jesucristo y la Virgen María, así como figuras relacionadas con la misma. Sencillamente sensacional, en madera y cubierta de láminas doradas.



Uno no debe dejar de visitar el Tesoro Catedralicio y otras interesantes dependencias, y sin duda dejarse llevar un buen rato admirando la zona del Coro, con su magnífico órgano, compuesto de dos instrumentos gemelos enfrentados y 4 teclados manuales, hoy interpretado desde un único teclado todo al unísono.






Y para terminar, se ha de dejar un rato para ascender a la Giralda por sus 34 rampas, y una vez en el campanario admirar unas vistas inigualables de Sevilla.


Ir a Sevilla y no recorrer la Catedral, creo que podría considerarse como una visita inacabada, un coitus interruptus.

miércoles, 7 de enero de 2015

Sevilla : Parte I


Un reciente viaje a Sevilla en familia va a dar pie a 3 entradas consecutivas sobre la capital hispalense. Las dos siguientes se centrarán en la Catedral (espectacular donde las haya) y sus lugares de buen tapeo.



En este primer post realizaré un paseo por sus gentes, sus calles, sus rincones.


Es Sevilla una ciudad con gran vida, muy ruidosa, de gente en la calle aprovechando cada momento y siempre con ganas de fiesta, tanto religiosa como pagana. Eso sí, debido a sus temperaturas, más de día en las épocas "frías" y más de noche cuando los calores aprietan. Terrazas siempre abiertas, con camareros muy dispuestos a acercarte una buena caña de cerveza muy fría o un vinito que te entone, y siempre con interesantes opciones de tapeo, eso sí, por lo general de pago, en pequeñas raciones, con precios muy razonables. Pero de todo esto ya hablaremos más adelante.




Si su casco histórico es de los más grandes de España, el casco antigüo es el mayor de las ciudades españolas y uno de los tres más grandes de Europa (junto a Venecia y Genova). Monumentos como la Catedral (y claro, la Giralda), el Alcázar o la Torre de Oro, no han de dejar de visitarse, al igual que espacios como la Plaza España (de la época de la Exposición Iberoamericana de 1929) o sus diversos y bonitos parques, como el de María Luisa o Murillo.




Un paseo en barco por el Guadalquivir (único río navegable de España, con unos 100 km. desde Sevilla hasta su desembocadura en el Atlántico) o en una calesa de caballos, no son malas alternativas para conocer la ciudad desde otro punto de vista. Y subir a las alturas de la Giralda o Las Setas (de reciente construcción) no se debe uno olvidar para poder admirar la ciudad desde las alturas.




Pero sinceramente creo que moverse a pie es siempre la mejor opción en ciudades como ésta, para no dejarse ningún rincón sin visitar. Eso sí, hay que organizarse bien para poder patear todo en condiciones (3 ó 4 días serían los recomendables).


Lo normal es que por ubicación hotelera (por cierto, merece la pena alojarse en pequeños hoteles con encanto, como La Casa del Maestro) se deba cruzar el río para llegar al barrio de Triana, y la mejor opción para ello es el Puente de Isabel II, más conocido como Puente de Triana. Allí hay rincones para visitar y callejuelas que recorrer, sin dejar de pasar por la calle Betis, donde poder reponer fuerzas con vistas al río.




Tras pasar y visitar la Torre del Oro, uno se puede dirigir hacia la plaza de toros de La Maestranza, y desde allí encaminarse hacia la Plaza Nueva y el Ayuntamiento. Aquí surgen las dudas y los múltiples itinerarios alternativos : Calle Sierpes, Plaza del Salvador, bordear Catedral (su visita merece un post completo) y Alcázar (no se ha de dejar de entrar y recorrer con calma) para acercarme hasta el Hotel Alfonso XIII y de allí hasta Plaza de España y Parque de María Luisa, con parada intermedia en los Jardines de Murillo.








Y son unos cuantos los barrios por visitar, como el de La Macarena, pero sin duda alguna, merece especial mención uno de los barrios más bonitos que he podido conocer, zona de judería que en parte puede recordar ciertas calles cordobesas, y cuyo nombre no se ha de olvidar si se pasa por Sevilla : Santa Cruz. Terrazas animosas al dejar atrás la Catedral, dan pie a callejuelas coloristas, rincones llenos de encanto y olor a flamenco y arte; hay que dedicarle un buen tiempo con calma, para poder admirar bien todo y hacer paradas variadas en sus típicas tabernas.





Podría seguir contando cosas, pero os recomiendo visitar la ciudad y disfrutarla.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Pechugas de codorniz en salsa de queso y albahaca


Podría servir como plato navideño. Vamos a ello :

INGREDIENTES

Pechugas de codorniz (a razón de 3 por comensal)
Aceite de oliva virgen extra (AOVE)
Pimienta de Jamaica
Sal azul de Persia
Unas hojas de albahaca
Romero picado
Unos trozos de queso curado de La Cabezuela
1/2 cebolleta pequeña
1/2 chalota
Una zanahoria
2 vasos de vino blanco dulce (podría servir también un blanco semiseco)


RECETA

Sellamos las pechugas, salpimentadas, a fuego muy fuerte, para dorar por fuera y que queden crudas por dentro. Reservamos.



Nos ponemos con la salsa, pochando media cebolleta pequeña (muy picada) y un poco de chalota. Añadimos unas hojas de albahaca fresca, picadas, y algo de romero, buscando un punto de frescor en la salsa que contrarreste al queso.


Es el turno del queso, en pequeños trozos, y más o menos cantidad según el punto que le queramos dar. Toque de sal y pimienta.


Un par de vasos de vino blanco dulce, y dejamos reducir a fuego bajo. Al final, rectificaremos de sal si hace falta.

Incorporamos las pechugas a la salsa, en el último momento, durante unos cinco minutos, para que la carne termine de hacerse, quedando jugosa por dentro.



Presentaremos con la salsa y unos bastones de zanahoria, para dar un toque crujiente, pasadas por plancha con un poco de sal y romero.