Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



notas sobre buenos vinos (de aquí y de allá), Gin Tonics, interesantes hospedajes,



opciones de hostelería y lugares para visitar........con sus enlaces y



lo que todos querais opinar y aportar.........



jueves, 19 de enero de 2017

Mi receta de la quesada



Una mañana te levantas con ganas de postre casero. Es invierno y hace frío, así que piensas en algo norteño, que sea consistente, y piensas en hacer una Quesada, típico postre cántabro, al estilo tradicional, aunque introduciendo pequeños toques diferenciales. Pues vamos a ello.

INGREDIENTES (Para 10 personas)

Un litro de leche
Unos 300 gr. de azúcar moreno (depende del dulzor que le querais dar)
Dos huevos camperos
En torno a 30 - 35 gr. de mantequilla (de Soria, ligeramente salada)
Una cuajada (de unos 135 gr.)
250 gr. de harina de repostería (o de espelta)
Unos 135 gr. de yogur griego natural
Anís
Canela molida
Ralladura de piel de mandarina

RECETA

Se trata de una receta muy sencilla, pero es importante manejarse bien con las medidas. Mezclaremos todo y batiremos bien, para que no queden grumos; podrá ser en batidora potente o a mano, con ganas y paciencia.


De anís incorporamos un chorrito (hemos de pensar que no ha de quedar fuerte, sino dejar un ligero rastro); de canela, otro poco, y buena parte de la ralladura de la piel de una mandarina. Del resto de ingredientes, sus medidas.


Con la mezcla preparada, untamos de mantequilla un molde horno (sea de cristal, barro u otro material), y vertemos todo. El horno lo habremos precalentado a 180ºC, e introducimos el molde, dejando a esa temperatura unos 45 minutos.






Sólo queda sacarlo (ha de salir fácil del molde), y de forma opcional podemos rociar por encima con azúcar moreno para quemarlo con un soplete. Tiene que quedar jugoso, y aunque saldrá un buen tamaño, si no somos muchos en casa, podremos guardar para varios días.



jueves, 12 de enero de 2017

Roma, esa capital de más de 2.000 años, tantos como fuentes



Hace muchos años, siendo joven, casi un niño, conocí Roma por primera vez. La verdad es que no recuerdo si lancé una moneda a la Fontana de Trevi, y así según marca la tradición poder estar de vuelta en el futuro, pero lo que sí es seguro es que el acierto para este reciente viaje, en cuanto a la compañía (mi mujer y mis hijas) y la fecha (cierre del año), ha sido total.

Roma es pura historia, y no sólo por los más de 2.700 años de existencia, sino también por ser un cúmulo de rincones de la historia del cine, de la política, de momentos bélicos, del mundo gastronómico cercano, ése de las trattorias, cafés y pequeñas tabernas. Roma Antigüa y Roma Moderna, pero siempre Roma según su palíndromo : Amor.


Es una ciudad de fuentes y plazas; no hay ninguna ciudad del mundo que tenga más fuentes que ella, por encima de 2.000, y algunas de ellas todavía alimentadas por alguno de los 11 acueductos originales, como la Fuente de la Barcaza (en Plaza España), la Fontana de Trevi (monumental y sorprendente en una plaza de no grandes dimensiones) o las de la Plaza Navona.

Roma es alboroto y griterío, algo a lo que los españoles estamos bastante acostumbrados; es locura en la conducción, algo a lo que ya es más difícil acostumbrarse, con motoristas, taxistas e, incluso, policías, como si fueran los "Autos Locos".....atención extra en los pasos de cebra, y resuelto. Y es que es ciudad para caminar, admirar y disfrutar. Hay que dejarse atrapar por su ambiente, saborear con calma su gastronomía y vinos, intentar convertirte en romano por unos días.



Si se dispone de más tiempo, perfecto, pero en viajes de unos 3 - 4 días hay una serie de imprescindibles que no se han de dejar de visitar, y para los que hay que organizarse bien. Muy aconsejable un alojamiento razonablemente céntrico que permita un fácil desplazamiento, aunque fuera del bullicio para alivio del bolsillo; nosotros nos alojamos en el Hotel Gambrinus, y no me importaría repetir si volviese a la Ciudad Eterna.


Empezaré por lo último que visitamos, y lo que creo que menos poso me dejará : El Vaticano. Fue clave llevar las entradas de los Museos Vaticanos ya adquiridas por internet, dado que en caso contrario puedes sufrir un par de horas de cola para comprarlas allí, o pagar un plus de guía para entrar en grupo, lo cual no recomiendo, puesto que el tremendo gentío no hace sencillo visitar en grupos medianamente numerosos; grandes salas, enormes pasillos, imponentes obras, pero una sensación de puro negocio y de ir conducidos como borregos, no me dejó la mejor sensación del mundo. Todos íbamos buscando la Capilla Sixtina, y una vez allí, si bien resulta sorprendente, sus "limitadas" dimensiones y el tremendo aforo no permitía captar 100% los detalles; quizá en otras fechas habría sido más sencillo. Nos acercamos a la Plaza de San Pedro, realmente grandiosa, pero que deja escaso juego si no se piensa entrar en la Basílica; y no es que no quisiéramos entrar, sino que el tiempo de espera era tremendo, con una cola que daba la vuelta a toda la plaza.





El Trastévere es pura Roma, reducto para los locales, pero cada vez con mayor número de visitantes foráneos, gracias a su encanto de callecitas adoquinadas, multitud de pequeños locales para calmar la sed y el hambre, y ambiente desenfadado. Perfecto para la cena y posterior copa. Es la otra zona interesante para visitar a esta orilla del Tíber, junto con El Vaticano, y a ambas es recomendable llegar en transporte público, sea en tranvía o autobús (hay opciones desde Termini y el Centro Histórico), o en metro, aunque no en el caso de Trastévere, que sólo llega hasta el Circo Romano, al otro lado del río (desde ahí se pueden caminar unos 15 - 20 minutos).



Un paseo muy agradable es el que puedes arrancar desde la Plaza Barberini, junto a la Fuente del Tritone y observando el Hotel Bernini, para dirigirte desde allí a la parte de arriba de la Escalinata Española por Vía Sistina, continuar bordeando por debajo de Villa Medici, donde tendremos fabulosas vistas de la ciudad, hasta la Piazza Napoleone. La Piazza del Popolo quedará a sus pies, y allí nos dirigiremos descendiendo el monte Pincio; tomamos la Vía de Babuino hasta la Plaza de España, donde podremos sentarnos un rato en la escalinata o fotografiarnos junto a la Fuente de la Barcaza. No podíamos salir de tan insigne plaza por otro sitio que por la elegante Vía Condotti, con sus lujosas tiendas, para desembocar en la comercial Vía del Corso (¿cuántas tiendas tendrá?). Según avanzamos, podremos divisar al fondo el Monumento a Vittoriano Emanuelle II, sin duda imponente y antesala de la Roma Antigüa, pero antes nos desviaremos para adentrarnos en el barrio de Trevi, donde encontramos el Quirinale y, sobre todo, uno de los más bonitos e impactantes monumentos de Roma : la Fontana de Trevi. Altamente recomendable en la zona, si aprieta el hambre, tenemos Il Chianti, restaurante-vinoteca de estilo toscano, donde no se saldrá insatisfecho, y del que hablaré en profundidad en futura entrada del blog.









Vía del Corso es una importante arteria romana, por lo comercial como antes mencionaba, pero también por ser enlace entre zonas, y a la vez separación de otras. Entre esta calle y el Tíber tenemos el Centro Histórico, otro de esos imprescindibles. Infinidad de calles para pasear, multitud de iglesias que no se han de dejar de visitar, trattorias y tascas junto a alguna de las mejores heladerías, cafés bien dispuestos y enotecas que te llaman. Espléndida la Plaza Navona con sus 3 hermosas fuentes; Campo de Fiori, esa plaza mercadillo de día y zona de restaurantes y ambiente de noche; sencillamente espectacular el Panteón de Agripa, imponente por fuera, bello por dentro, y además la estructura mejor conservada de la antigüedad.




Nos queda hablar de una zona que no ha de faltar en la visita : el entorno del Anfiteatro Flavius. ¿No sabeis a qué me refiero? Tuvo capacidad para 75.000 personas y muy cerca Nerón se construyó (su figura) una enorme estatua de bronce y 40 metros de altura, que los romanos originales llamaron el coloso, y de ahí el nombre de lo que ahora conocemos como Coliseum (Colosseo). Excepto el primer domingo de mes, cuyo acceso es gratuito y no se puede reservar, lo adecuado es llegar con las entradas anticipadas o, en el peor de los casos, sacarlas en las taquillas de los Foros Romanos donde encontraremos algo menos de cola. El trayecto habitual es el que comienza en el Colosseo, sensacionales vistas fuera y recuerdos de otra época dentro, aunque mucho más si pensamos en lo que realmente era con sus empinadas gradas de mármol y la zona de arena que absorbiera bien la sangre de animales y gladiadores; se sale para dirigirse hacia el Monte Palatino tras admirar el Arco de Constatino (uno de los 3 arcos de la victoria que quedan en Roma, en la misma zona, junto al de Tito y el de Settimio Severo), pasear por los restos del Templo de Venus y adentrarse en los Foros Romanos, historia en estado puro.









En ubicaciones puntuales, y no por eso menos interesantes, tenemos la Plaza de la República, cercana a la Estación de Termini, el Monte Esquilino o la preciosa iglesia de Santa María la Mayor.

Pero no todo es hacer fotografías y visitar monumentos; cuando se viaja hay que conocer a sus gentes y su gastronomía, parte importante de su cultura y forma de ser. Por eso os dejo algunas pistas de varios buenos sitios para comer y beber en condiciones, y como en la mayor parte de Roma, a precios razonables. Uno ya os lo he nombrado, Il Chianti; en una zona muy turística como la Roma Antigüa destaca Cleto, taberna sin grandes pretensiones con comida sabrosa y cuantiosa (y bastante clientela local); no lejos de la Plaza de España, en una callecita peatonal y con una pequeña terraza, el elegante Dillá, con buen producto y elaboración, y una amplia carta de vinos, aunque a precios algo más elevados que otros locales de la zona. Y el que más nos gustó de los disfrutados, Trattoria Al Gran Sasso, cercano a la Piazza del Popolo; dividido en 2 pequeños salones, comida clásica del Lacio de muy buen nivel a precios ajustados.....pero ya os contaré más en otro post.








Pues sí, Roma pasa a ese grupo de ciudades europeas que no importaría volver a disfrutar, por lo que puedes ver, pero sobre todo por la forma de ser de sus gentes, por sus vinos, por los paseos, por una gastronomía de nivel.