Hay que aprovechar cada instante







La vida es disfrute, y para mí, uno de los mayores disfrutes de la vida,



además de mi familia y mis amigos, es un buen vino con unos ricos manjares,



y en un lugar difícil de olvidar. A partir de ahora, intentaré aportar recetas,



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jueves, 3 de febrero de 2022

Alcachofas con berberechos, y viceversa



Hay combinaciones que suenan bien, ideas gastronómicas que cuadran, incluso elaboraciones que parecen sencillas como ésta, pero, como todo en la vida, se precisa de una adecuada ejecución.

Pues es el caso de esta sabrosa, equilibrada y sabrosa receta, que hoy os muestro. Vamos a ello.

INGREDIENTES (2 personas)

Un bote de corazones de alcachofas, de la mejor calidad posible. Lógicamente, si elaborásemos con alcachofa fresca (es temporada), perfecto, pero de esta forma la receta es viable en cualquier momento del año.
Una lata de berberechos, de tamaño grande, al natural. Perfecto si son berberechos frescos que abrimos y usamos el caldo de cocción. Eso sí, importante que sean de muy buena calidad.
Diente de ajo.
Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE).
Pimienta de Jamaica.
Sal Rosa del Himalaya.
Harina integral de trigo.
Zumo de limón.
Vino blanco (mejor que sea algo salino).
Perejil (mejor si es fresco).
Orégano salvaje.

RECETA

Esta sí que es de esa receta que puede hacer cualquiera, creo. Empezamos escurriendo bien las alcachofas de frasco, para posteriormente trocear en cuartos (o medios, según gustos).

En la sartén que usemos para toda la elaboración, salteamos (casi fritas) en AOVE las alcachofas, ligeramente salpimentadas. Retiramos.


En ese mismo AOVE, vamos dorando un diente de ajo, y casi seguido, y con fuego medio, añadimos una cucharadita de harina. Antes de que se nos queme la harina, vamos con la mitad del líquido de la lata de berberechos, junto con un poco de zumo de limón (sin excederse). Debe ir ligando, y seguidamente echaremos no más de medio vaso de vino blanco.


Buscamos una salsa ligada, al tiempo que no densa en demasía; si lo vemos preciso, incorporamos más líquido de los berberechos. Retiraremos el ajo.


En esa salsa se añaden las alcachofas que teníamos reservadas, una pizca de sal, el perejil picado y el orégano, en cantidades al gusto. Fuego lento.


Cuando veamos que están al punto (probemos, sin miedo). Emplatamos, en recipiente hondo, creo que mejor, retocando de sal y pimienta, si fuera preciso, para finalizar con los berberechos, en frío, y un ligero chorrito de AOVE. Sólo queda disfrutar.




Y si hemos sabido elegir el vino blanco de la elaboración, es probable que nos sirva para acompañar el plato, saltándonos aquello de que la alcachofa es difícil de maridar con vino. Acidez equilibrada y notas salinas como las del albariño SAL, ese "vino con memoria" de Iria Otero, un lujo de ensamble.



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